Me gusta la técnica de los mapas de Wardley. Cuando di con ellos en 2013 me resultaron muy útiles, me ayudaron a sobrevivir en un contexto laboral complejo y dinámico, de manera que cuando me sacó de ciertos apuros la sensación de que tenía algo bueno entre manos aumentó. Me encanta cuando otras personas se interesan por los mapas de Wardley, no todo el mundo lo hace, solo un porcentaje bajo de la gente a los que se los comento lo hace.
Y está bien así, esto de los mapas de Wardley es una cosa muy etérea y que hay que invertir un tiempo razonable hasta que las cosas empiezan a tener sentido en tu cabeza y no todo el mundo va a pasar por hacer el trabajo de mapear y obligarse a comprender que pasa en cada componente, definir premisas detalladas y otras cosas más.
Probablemente si a mi no me hubiera resultado tremendamente útil las primeras veces que los usé, los hubiera desechado por no aportar nada. Las cosas tienen que aportar algo, y si no lo hacen pasas a hacer otra cosa y así está bien.
Los mapas de Wardley no son para todo el mundo, porque no todo el mundo tiene problemas que solucionar en lo que los mapas pueden ayudar, además hay otras formas de solucionar problemas que no es con mapas de Wardley.
Cuando enseño los mapas de Wardley a alguien pongo entusiasmo en lo que explico porque a mi me resulta útil y porque creo que a otros les puede ayudar. Pero llegado un punto, es la persona que escucha la que tiene que decidir si quiere aprender o buscar la solución a su problema en otro lado. Yo no puedo hacer el trabajo duro por la otra persona, ni lo pretendo. Cada uno es libre de usar las herramientas que le vengan bien, y los mapas de Wardley son una herramienta en una caja donde hay más cosas.
Aprender conlleva invertir tiempo
El aprendizaje de los mapas de Wardley llevan mucho tiempo y eso es algo que las personas que tienen la primera toma de contacto con ellos se dan cuenta tarde o temprano. O hay cosas que no entienden, o ven la mecánica de dibujado compleja o simplista, o simplemente no le ven la gracia al asunto.
Hacer mapas de Wardley tiene algo en común con la programación de código de software, y es que es muy sencillo hacer un programa que diga “hola mundo”, pero hacer un programa de software es un proceso donde mentalmente tienes que darte muchos cabezazos contra una pared imaginaria que es la propia incapacidad para comprender como funciona el código y que es lo que falla en cada momento. Con los mapas de Wardley pasa lo mismo y al igual que no todo el mundo tiene las habilidades y la constancia para ser programador, tampoco para hacer mapas de Wardley.
Todo el mundo ama los “marcos mágicos”, pero pocos los usan para lograr algo que merezca la pena. Si algo no es realmente útil para solucionar un problema, desecharlo es lo natural.