La eficiencia no implica una reducción de los gastos

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La evolución da como resultado una provisión más eficiente de un componente. Aquí hay un proceso donde la ejecución individual de algo (creación de un producto o entrega de un servicio) cada vez se hace más eficiente.

Esa eficiencia traerá a la organización un coste por unidad mejor, con lo que unitariamente será más barato.

Este abaratamiento, tiene consecuencias, y es lo que William Stanley Jevons analizó en el siglo XIX.

Jevons afirmaba que a medida que se produce un perfeccionamiento tecnológico, la eficiencia con la que se usa un recurso aumenta y hay un punto donde es más probable un aumento del consumo de dicho recurso que una disminución. Esto es lo que se conoce como la paradoja de Jevons.

En el tiempo en el que le tocó vivir a Jevons, la energía era uno de los sectores que más estaba evolucionando tecnológicamente, en su libro «La cuestión del carbón» el habla de como el abaratamiento del carbón hizo que su consumo se extendiera.

La paradoja de Jevons formalmente dice que aumentar la eficiencia disminuye el consumo instantáneo pero incrementa el uso del modelo lo que provoca un incremento del consumo global.

En muchos casos, lo que ocurren son varias cosas:

  1. Hay una larga cola de demanda insatisfecha que de repente la eficiencia permite a las organizaciones afrontarla,
  2. Hay iniciativas económicamente inviables, que de repente se vuelven factibles,
  3. o hay industrias ligadas a este recurso que resultan en una mayor demanda.

La demanda es elástica

Este efecto ocurre porque hay un elemento: la demanda, que es elástica y que ante situaciones favorables, se incrementa.

En el siglo XXI, la industria de la tecnología vive en ciclos cortos de pocos años estas situaciones.

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