Los mapas son útiles y funcionan bien cuando se intenta convertir la conversación en un debate colaborativo para entender dónde se está y adónde se quiere ir.
Hay muchas razones por las que el mapa es útil, la principal es que las diferentes ideas y convicciones no se comparan cara a cara, sino sobre el mapa. Esto elimina muchas fricciones personales y, por tanto, tiene un resultado positivo.
El mapa en sí no es más que la segunda etapa del ciclo de la estrategia: el contexto. Y ese ciclo tiene otras etapas. De la que quiero hablar hoy es la quinta, el LIDERAZGO.
El liderazgo puede definirse como la determinación a actuar.
La determinación a llevar a cabo una acción tiene que ser seguida, secundada, pero es el líder el primero que se compromete con la idea que promueve y resuelve las dudas sobre ella. La promoción de la narrativa se hace al equipo, a los líderes de esta organización y/o a los consejos de administración de una empresa.
Tu equipo puede comprar o no tu idea, pero un consejo de administración quiere entender el compromiso personal que tienes con tu narrativa:
- ¿Hasta qué punto estás comprometido con tu idea?
- ¿Cuál es tu exposición personal al llevar a cabo estaidea?
Si la narrativa se transmite a través de un mapa, la junta directiva verá un buen «papel de PowerPoint» y echará de menos el compromiso. El propio mapa elimina la exposición del orador y centra la atención en el mapa. Y aquí la consecuencia es la contraria a la deseada.
Si tienes la determinación de actuar, no utilices un mapa. Construye tu narrativa en torno al mapa, pero promuévelo en primera persona, escucha los comentarios y encuentra soluciones a los retos que te señala el tablero.